martes, 28 de octubre de 2014

Cosas que hacer y evitar en el Algarve, Portugal

Evidentemente, sobre gustos no hay nada escrito. Por eso, si lo que te van son las ciudades y pueblos con una gran oferta turística de hoteles “todo incluido”, restaurantes y bares; las playas urbanas o los grandes centros comerciales y de ocio, NO sigas leyendo. Este post no es para ti.

Playa de Galé, en Albufeira. Foto: Belén Valdehita

El Algarve, al sur de Portugal, tiene, al menos para “Viajes par toda una Vida”, una gran parte que puede pasarse por alto. Como ha sucedido en la costa de España, en el Algarve se ha dado un exceso de urbanismo en algunas zonas, aunque por suerte no ha sido a lo alto, más bien a lo largo. Es decir, no hay un enjambre de rascacielos pegados a la costa. Más bien se trata de una sucesión de ciudades y freguesias (municipios) con una desmesurada oferta turística. En algunas poblaciones, uno tiene la sensación de haber retrocedido a la década de los 70 del siglo pasado, especialmente por la abundancia de rótulos de neón.


Escudo y muralla de la ciudad de Lagos. Foto: Belén Valdehita

A pesar de todo ello, existe un Algarve de pueblos y ciudades con encanto, de playas salvajes en plena campiña y de parques naturales. Ese es el Algarve que, al menos en nuestra opinión, no hay que perderse.

Nuestras recomendaciones en el Algarve

Hay que partir de la base de que casi todas las poblaciones del Algarve son eminentemente turísticas, pero existen diferentes grados. Faro es la capital del Algarve. Al no tener playas urbanas, todavía preserva un cierto encanto. Lo más recomendable en esta villa es la parte antigua y la zona del puerto. A pocos kilómetros hay diversas playas, tanto de mar abierto como de ría. Nuestra elección en esta zona es la Playa de la Isla de Armona, a 12 kilómetros. Se accede en ferry desde Faro, Olhão y Fuseta. En este último pueblo, hay varias playas de ría, muy tranquilas, ideales para ir con niños, aunque el municipio no es para tirar cohetes.

Casco antiguo de Lagos. Foto: Mario Chuliá

Albufeira es otra de las grandes ciudades del Algarve, demasiado turística en nuestra opinión. Cuenta con un interesante casco antiguo, pero para llegar a él hay que pasar por varias calles repletas de comercios y negocios de ocio y restauración. Animación no le falta. Paralelas a la avenida principal, hay callejuelas más tranquilas con buenos restaurantes de cocina lusa. Si sientes morriña, y echas de menos las cervezas nacionales, en la Rua Alves Correia 14 encontrarás un bar español, el Gran Vía, con tapas y ¡cerveza Mahou! Albufeira dispone tanto de playas urbanas como en los alrededores. Nuestra elección, en este caso, son las playas de Galé y la de Olhos d’Agua. 


Playa de Lagos. Foto: Belén Valdehita

Hemos mencionado estas dos ciudades porque son las principales, pero no las favoritas del blog. Como ciudad grande que consideramos merece ser visitada está Lagos. Con una parte más moderna, es el caso antiguo el que nos interesa. Situado frente al mar y al Fuerte da Ponta do Bandeira, se accede por las puertas de la muralla. Nos esperan callejuelas de casas blancas y monumentos como la preciosa iglesia de san Antonio. La playa urbana de Lagos es enorme. Al estar separada de la villa por un amplio paseo marítimo, no se siente tanta sensación de estar metidos en una ciudad. 

Localidad costera de Burgau. Foto: Belén Valdehita

Desde Lagos al Cabo de San Vicente, comienza, para nuestro gusto, lo mejor del Algarve. Pueblos pesqueros con un enorme encanto, como Luz, Burgao, Salema, Raposeira o Figueira; playas salvajes como la de Cabanas Velhas, en el término municipal de Vila do Bispo, y unos paisajes donde la naturaleza es la verdadera protagonista. Es una zona para perderse, explorar, buscar playas y calas… El premio final, en la barbilla de la Península Ibérica, son el Cabo y el faro de San Vicente. 

Paseo marítimo y playa de Luz. Foto: Belen Valdehita
 
Espacios naturales del Algarve

Existen espacios naturales en el Algarve muy conocidos y otros que suelen pasar más desapercibidos. Entre los primeros se encuentra el Parque Natural de Ría Formosa. Está integrado por cinco islas barrera y dos penínsulas: la península de Ancão, la Isla Barreta o Ilha Deserta, la Isla de Culatra, la Isla de Armona, la Isla de Tavira, la Isla de Cabanas y la Península de Cacela. Las islas son habituales en los circuitos turísticos, aunque no por ello menos recomendables. La parte de los humedales, menos conocida, se halla en la Quinta de Marim, en Olhão. Se trata de un espacio de marismas, pinares, salinas o dunas que puede recorrerse en poco más de una hora. Es una reserva de aves donde reina la tranquilidad, y donde no hay que dejar de visitar su molino de agua.

Marismas en el Parque Natural de Ría Formosa. Foto: Belén Valdehita

Otra recomendación de naturaleza, sin hordas de turistas, es la ruta de la costa del concejo de Lagoa. Partiendo del faro de Alfanzina, en la freguesía de Carvoeiro, salen varios caminos por los acantilados. Las vistas son impresionantes, y encontrarás un par bufones de gran tamaño. 

Bufón en la ruta de la costa de Carvoeiro, en Lagoa. Foto: Belén Valdehita

Se trata de chimeneas abiertas en la roca del acantilado que están conectadas con simas marinas. A través de ellas las olas del mar hacen que suba el agua, a veces con mucha fuerza. 

Acantilados en la ruta de la costa de Carvoeiro. Foto: Belén Valdehita

Otras recomendaciones en el Algarve

Queda mucho Algarve por contar, pero con estas breves orientaciones que te hemos dado podrás descubrirlo por ti mismo. Por ejemplo, la línea de costa que va desde Vila do Bispo hacia Aljezur. Esta zona del Algarve forma parte del Parque Natural de la Costa Vicentina, y nos reserva grandes acantilados, playas vírgenes y mucha, mucha tranquilidad.

Castro Marim, en la frontera con España. Foto: Belén Valdehita

Si regresas a España en coche por Ayamonte (Huelva), haz una última parada en Castro Marín. Te sorprenderán su castillo, con impresionantes vistas; la fortaleza o la Iglesia de Nuestra señora de los Mártires, y podrás darte un último baño en tierras portuguesas, en la playa de Altura. 

Playa de Cabana Velhas, en Vila do Bispo. Foto: Belén Valdehita
 
No olvides que, si vas en coche, el tema del peaje es complicado. Funciona a través de un dispositivo eléctrico que hay que alquilar en las oficinas de Correios de Portugal o en las tiendas Via Verde. El coste de la primera semana de alquiler es de alrededor de seis euros, con un incremento de 1,5 euros por cada semana extra. A eso hay que sumar 28 euros de fianza y una recarga mínima de prepago de 10 euros. Las recargas se pueden realizar en cajeros automáticos. También se puede comprar un sello prepago, que tiene un coste de 20 euros y es válido durante tres días para todas las carreteras de pago de Portugal. ¡Buen viaje!

 

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